jueves, 18 de agosto de 2011

varsoviando

¡Varsovia parece ser una ciudad muy bonita! Digo “parece” porque, entre reuniones y cenas de trabajo, no pude percibir mucho más que la increíble vista desde la ventada de mi habitación, en una torre delante del Palacio de Cultura y Ciencia, uno de los edificios más altos de Polonia y el octavo más alto de la Unión Europea. Originalmente conocido como el Palacio de Joseph Stalin de Cultura y Ciencia, este espacio hoy se utiliza como centro de exposiciones y complejo de oficinas y fue mi “guía” durante la semana que pasé en Varsovia. Principalmente en la tarde que salí, dos horas, de compras.

Podéis pensar que ir de tiendas no requiere mucha preparación, pero esto no es tan cierto cuando estamos en una ciudad que no conocemos y donde estamos por trabajo. Si sabes que tienes unas horas libres entre reuniones y cenas lo primero que haces es ir hasta el hotel, cambiar los taconazos por las zapatillas y pirarte corriendo (rezando para que ningún compañero te pille en el pasillo o en el ascensor y se apunte a tu programa). Ni siquiera te preocupas en recoger un mapa de la ciudad…

Pero lo que podría ser problemático en cualquier otra ciudad, en Varsovia resulta un poco más sencillo por la presencia constante de este rascacielos que nos ayuda a mantener el sentido de orientación.

Igualmente, no he tenido que ir muy lejos, porque en la calle trasera al hotel he encontrado Skarby Prababuni. Una pequeña tienda de productos manufacturados por un grupo de mujeres pobres, enfermas o maltratadas del norte de Polonia. Además de las mermeladas de la región, allí podéis encontrar sábanas, toallas y ropa, todo confeccionado a mano con esmero y el mejor y más impoluto algodón o lino.

Entré porque desde fuera, a través del escaparate, ya se puede ver que el interior de la tienda es un regalo para los sentidos. Y, una vez dentro, no me desilusioné. A cada percha que pasaba las prendas eran más bonitas que las anteriores. Yo me compré una camisa de algodón blanco, inspirada por las prendas que esta primavera/verano han sacado marcas como Céline, Viktor & Rolf o Loewe.

Pero, aquí la ropa no es nada pretenciosa. Al revés, es sencilla y artesanal, muy llevable por la multiplicidad de looks que permite crear y, sobre todo, muy barata. ¡Sorprendentemente barata! Yo pagué más o menos 25 euros por mi camisa y tengo un básico para toda la vida.

Si algún día estáis por Varsovia os aconsejo pasar por Skarby Prababuni (en la calle Nowogrodzka, número 8) a echar un vistazo y, si veis algo que os gusta, a comprar. Porque además es por una buena causa.


miércoles, 17 de agosto de 2011

lost in translation

Hace unos días, volando de Lisboa a Varsovia, perdí mi vuelo de conexión en Ginebra y he tenido que quedarme una noche en la ciudad suiza.

Nada de esto sería digno de tema para un post no fuera yo llevar en el bagaje un Vogue Portugal que me hizo compañía y contribuyó para que el tiempo pasara más rápido… Bueno, no tan rápido como a los editores de las revistas de moda y a los diseñadores de las grandes marcas les gustaría, una vez que no paran de sacar colecciones unas detrás de otras con tanta antelación que nos obligan a empezar a vivir las estaciones tres meses antes de lo que indica el calendario.

Pero lo cierto es que esta realidad otoñal a la que mi revista, traída de un quiosco lisboeta donde un caluroso sol de agosto incidía directamente tan sólo unas horas antes de mi llegada a Ginebra, no desentonó ni un poco de lo que fui a encontrar allí.

Ese día no sólo perdí mi vuelo a Varsovia, perdí también la noción de la estación del año en la que estamos. Fuera el cielo cargado de nubes grises oscuras hacia pensar en tardes/noches pasadas delante del fuego debajo de una manta y dentro, las páginas de mi Vogue, también.

Lo mejor es que no he tenido ni un poco de frío esa noche, casi como si mentalmente me sintiera abrigada, y he podido elegir ya las prendas de la próxima temporada que más me gustan.

viernes, 5 de agosto de 2011

off to summer (♪♫♪)

Confieso que llevo semanas deseando dejarme contagiar por el estilo de esta señora, ¡pero todavía no he podido! Sin embargo, ahora que el Verano parece, finalmente, haber llegado a la ciudad yo me voy de fin de semana para aprovechar cada rayo de sol… No sin antes dejaros con las historia de vida de la maravillosa Carmen Miranda:

Nació en 1909 en Marco de Canaveses, un pueblo del interior de Portugal, pero un año más tarde fue llevada para Brasil. A pesar de no haber vuelto nunca a su país de origen, Maria do Carmo (nombre con el que le registraron) nunca prescindió de la nacionalidad portuguesa. Ni de las influencias lusas, que ella conjugaba como nadie con detalles muy tropicales.

El apodo Carmen, que más tarde adoptaría como nombre artístico y que transformaría en una marca mundialmente conocida, se lo dio el padre, un fervoroso amante de la ópera de Bizet con el mismo nombre. El gusto por la música y por el baile también se lo debe a la influencia paterna, a pesar de este nunca haber aprobado su entrada para el showbusiness.

Carmen Miranda fue la primera artista con contrato en la historia de la radio brasileña. ¡Y no paró ahí! Después de 10 años como cantante de samba en Brasil, le invitaron para hacer un espectáculo en Broadway y a partir de ahí dio el salto a Hollywood. Fue una pieza fundamental en la "Política de Buena Vecindad" del presidente Franklin D. Roosevelt, con la cual se estrecharon los lazos entre EE.UU. y algunos países de Europa y de América Latina. También allí ella estableció records: en 1946 era la entertainer más bien pagada del país. Pero el éxito profesional no fue suficiente para compensar la infelicidad a nivel personal y Carmen Miranda terminó muriendo a los 46 años víctima de un ataque de corazón.

Su estilo, sin embargo, perduró y el tropicalismo que ella dio a conocer al mundo persiste, regresando cada dos por tres para marcar las pautas de estilo. Este Verano, por ejemplo, las ropas y joyas inspiradas en ella están por todas partes.


jueves, 4 de agosto de 2011

sitting, waiting, wishing (♪♫♪)

Todavía me acuerdo de la última vez que puse un carrete de fotos a revelar... Estábamos en el año de 2004, yo hacia mi Erasmus en Madrid y cualquier excusa era buena para sacar fotos.

Aunque empezaban ya a verse las cámaras digitales a mí me encantaba prolongar aquella incertidumbre, aquel espacio de tiempo que iba desde el segundo en que hacía una foto (que no podía comprobar como saldría) y el momento en que, finalmente, tenía el sobre con las imágenes impresas en la hoja fotográfica en mi mano.

Para alguien que no aguanta esperar, esta era para mí la más dulce y (la única) soportable espera. Un sentimiento que desde entonces no logré reemplazar por ningún otro… Hasta ahora.

Hace unas semanas compré un body en ASOS y todavía no lo vi. ¡No os asustéis! Hoy en día todas las tiendas de comercio electrónico funcionan muy bien. No es que algo haya salido mal y yo no haya podido recibir mi body, sino que como me fui de viaje a Cracovia, de allí a Lisboa, de aquí me iré a Varsovia y sólo finalmente volveré a Barcelona, donde mi compra me espera ya (desde la semana pasada) tranquilamente dentro de un cajón de mi escritorio en la oficina, no he podido ver (y mucho menos probar) el tan deseado body.

Sin embargo, y porque ahora encontré un ritual que sustituya mi antiguo ritual del revelado de las fotos, incluso antes de tener en mis manos mi primera compra ASOS, ayer hice otra.

Tengo por delante una nueva dulce espera, hasta el día 16 de agosto. ¡Ya queda menos!


Comprar online es muy fácil. ¡Y no sólo en ASOS! En Zara, por ejemplo, te dejan incluso devolver los productos en las tiendas. Y, en todas las demás marcas puedes devolver los productos durante más o menos un mes por correo si al final no te queda bien. En ASOS, por ejemplo, te lo ponen muy muy fácil porque te entregan el pedido gratis. ¡Atrévete!

miércoles, 3 de agosto de 2011

azulejos

En cinco años y medio de España muchas han sido las ocasiones en las que tuve que escuchar la pregunta: ¿A que Portugal es igual a España?

No, no lo es y a cada regreso a Lisboa lo siento en la piel. Las comidas típicas, el olor y el color del cielo de mi ciudad, el murmurio del Fado que nos llega sabe Dios de donde cuando paseamos por las calles de la capital portuguesa, la ropa tendida a la vista de todos, los tranvías amarillos que desafían la inclinación de la ciudad… nada de esto tiene equivalentes en España.

Lo que quizás nos asemeja un poco, aunque con los años se haya consolidado como una marca de Portugal, son los azulejos. El azulejo portugués (el nombre deriva de la palabra azul) es una derivación del azulejo hispano-morisco. Ha sido importado en 1498, cuando el rey D. Manuel I, viajó a Zaragoza, Toledo y Sevilla y se dejó sorprender por la exuberancia de los interiores de los edificios árabes de estas ciudades y por la proliferación cromática de la cerámica en España.

Con los años el azulejo ha sufrido muchos cambios, ha perdido color y los motivos que recrea se han “aportuguesado”… Lo hemos hecho nuestro. Tan nuestro que es de las “marcas Portugal” que más a menudo evoco durante mis viajes por el extranjero.

Hoy he querido rendirles un homenaje con sabor a verano.

La marca sueca Hennes & Mauritz, consciente o inconscientemente, creó para la estación más caliente de este año una edición especial que parece ir a beber inspiración a los azulejos portugueses. Se trata de un conjunto de 30 piezas, para toda la familia, que fue puesto a la venta en 150 tiendas en todo el mundo el pasado 26 de mayo. Y, aunque para la mayoría esta colección puede haber pasado inadvertida (porque eran pocas unidades y no se vendía en todas las flagstores), para mí no pasó seguramente.

Por dos razones: Primero porque esta colección, cuyas prendas reproducen diferentes tipos de azul (el color del agua), tiene como objetivo apoyar el proyecto WaterAid que se encarga de llevar agua potable a las poblaciones cuyo acceso al “oro líquido” está limitado (según Caroline Whatley, de WaterAid, desde 2002 las colaboraciones con H&M han ayudado ya a juntar 1,7 millones de euros). Y segundo porque de cada vez que la veo, me acuerdo de “casa”.

Ahora que estoy en Portugal, y que a todo momento veo diferentes y nuevos azulejos, no puedo parar de acordarme de la colección de H&M.