O en castellano, Museo Balenciaga, un espacio privilegiado donde conocer un poco más sobre la vida y obra de uno de los hombres más significativos en la historia de la moda.
Después de esperar muchos años que las obras del Museo concluyeran (todo el proceso estuvo envuelto en mucha polémica, lo que retrasó su construcción) y al cabo de dos horas de camino (1h10 de Bilbao a San Sebastián y 0h50 de ahí hasta Getaría) hace un par de findes llegó finalmente el momento de que yo descubriera este Museo.
Los que me conocéis personalmente sabéis que Balenciaga es, todavía hoy, una de mis marcas favoritas y que Cristóbal me parece el más grande genio de la moda por la “revolución tranquila” que logró forjar. No os parecerá raro pues que para dos días que tenía en Bilbao haya ido corriendo a Getaría a conocer el pueblo y la Casa Museo y, además, seguro que me disculparéis la total subjetividad del post de hoy…
Y eso que pasó un par de semanas ya desde mi visita al país vasco, porque mientras estaba allí no podía contener los suspiros de maravilla que constantemente salían de mi boca. Es que a lo largo de las dos plantas que componen el Museo, 6 salas para ser más precisa y un espacio audiovisual, Balenciaga ha cobrado vida. A pesar de que durante el postgrado en Periodismo de Moda hay visto y revisto la vida y obra del costurero de Getaría, aquí nos lo presentan de una forma mucho más íntima. Y la prueba es que fui con un amigo que no entiende nada de moda y la visita le ha fascinado tanto como a mí. La utilización de los recursos, como el video, el texto, la luz, los modelos, hace que la exposición sea más fácil de entender por todos y que no le pase desapercibida a nadie. Por ejemplo, a acompañar cada una de las prendas hay un video que enseña como los patrones se juntan para formar lo que estamos viendo en la vitrina delante de nosotros… y eso es algo que hace que la obra de este genio de la pureza formal sea muy fácil de entender por todos. ¡Incluso por los hombres!
Además de la “precisión” que empleaba Balenciaga en todo lo que hacía (y la cual Ungaro tan bien menciona en el video introductorio de la planta baja del Museo) y de su técnica de corte (que no fuerza el cuerpo), también la manera como enlazaba sus diferentes colecciones con modelos histórico-culturas resulta altamente interesante para un público muy amplio. Por ejemplo, ¿cómo resistirse a la explicación de como sus trajes de novia, esas esculturas de satén blanco, de una belleza prácticamente monacal que realzaba la belleza de la propia novia, estaban inspirados en los pescadores vascos y en sus sobreros? Esta pasión por la moda histórica y tradicional la compartimos todos y nos acerca mucho más al creador.
Pero, claro está, en este Museo también existen salas típicamente para mujeres, donde a cada paso soltamos un “¡Ohhhh!” de fascinación por la belleza de la ornamentación de los trajes. Balenciaga, como ya he dicho, era muy austero y moderno (ha llegado a mandar que se fabricarán telas nuevas, mezclas de otras telas, porque él necesitaba que estas se comportaran de determinada manera y no lo lograba con nada de lo que existía hasta entonces), pero en lo que toca a vestidos de noche el modisto también diseñaba para mujeres-princesas. ¡Es, de hecho, en estas prendas que él empleaba toda su creatividad! No sólo el corte y el trabajo de la tela eran únicos, como también la ornamentación sorprendía por su exquisitez… Porque él entendía que los vestidos destinados a grandes fiestas y bailes proporcionaban a sus clientes la oportunidad de libertarse de la sobriedad que caracterizaba los trajes de día. En la sala dedicada a los trajes de noche, más que en todo el demás Museo, queda claro las variadas preferencias estéticas del modisto, bien como las “dos caras” de la mujer moderna que él inventó.
Coco Chanel dijo de él que era el único auténtico couturier ya que, a diferencia de todos sus contemporáneos, era capaz de diseñar, cortar, montar y coser un vestido de principio a fin. Y, añado yo, no raras veces podemos ver imágenes suyas arrodillado junto a una modelo o clienta componiendo los bajos de un vestido. Christian Dior le llamaba “el maestro de todos”. Y Humbert de Givenchy sigue refiriéndose a él como “el arquitecto de la alta costura”. Para todos los que desconocéis el genio por detrás de la marca Balenciaga esta es una visita obligatoria que os permitirá entender mucho mejor no sólo quien fue Cristóbal sino también como eran esos tiempos… y es que el Museo es tan completo que incluso en su exterior ya podéis empezar a “leer en las entrelíneas” la historia de la moda en el mundo y en España (bien como parte de la historia de España).
Y, si queréis ver la “otra cara” de este Museo, tenéis más información aquí.
Y, si queréis ver la “otra cara” de este Museo, tenéis más información aquí.