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martes, 5 de octubre de 2010

la talla 44

El binomio delgadez-sobrepeso parece ser el tema de la semana y, porque no podía dejar pasar esta oportunidad, es también el tema de mi post de hoy. Los que me conocéis personalmente sabéis que me he llenado de valor y me tiré de cabeza en una dieta que, en tres meses, ya me ayudó a perder 17 quilos. Posiblemente sabéis también que la misión todavía no está cumplida, pero lo que algunos podéis no saber son las razones por detrás de esta "Odisea".  

En 2004 cuando volví de mi Erasmus pesaba 28 quilos menos que en julio pasado. No 8 o 18, cantidades que serían mucho más razonables, sino 28. Hay que dejar claro que en estos años no me pasó nada, no estuve enferma, no viví ningún trauma… Simplemente me he dejado. Y es increíble asumirlo. ¡Me he dejado! Llevo el pelo escalado con el corte de la moda, las uñas impecablemente arregladas y pintadas de azul Chanel, las botas por la rodilla de la más reciente colección de H&M, los pantalones boyfriend que son tendencia, pero me olvidé de actualizar mi figura.  

Sin embargo, este es un post feliz. En este momento ya he bajado dos números y estoy más cerca de encontrarme en este “envase” que en los últimos seis años siempre he sentido que no era el mío.  

Lo dije muchas veces, en tono de broma pero con sinceridad, que me sentía atrapada en un cuerpo que no era el mío. No estaba infeliz, nunca lo estuve porque sabía que, como la propia lengua española sugiere, no “soy” gorda sino que “estaba” gorda. No me sentía acomplejada por mi figura y quizás por eso he tardado tanto en encontrar la motivación para cambiarla. Pero no nos engañemos, para mí edad, vestir una 44 no era lo normal.  

Vestir una 44 no siempre significa “tener curvas”. En mi caso era sinónimo de estar por encima de mi peso ideal y eso perjudicaba mi salud. Aunque no afectara la manera como me proyectaba ante los demás o mi personalidad, porque sé que muchas mujeres con la talla 44 son igual de guapas (o más) que algunas que visten la 34. Lo único es que cuando pesas más tu cuerpo no responde igual que cuando pesas menos.  

Por toda mi experiencia personal, tengo una opinión muy propia sobre la campaña que hizo la marca italiana Elena Miró por la inclusión de las tallas 44 en la Semana de la Moda de Milán. A pesar de poder parecer una contradicción, no estoy de acuerdo. Es un sentimiento idéntico al que tengo hacía el tema de la segregación por género en los organismos oficiales. El hecho de que por fuerza se tenga que incluir mujeres (con mérito o sin él) en puestos oficiales ya, de por sí, es una forma de segregarlas. Como aquí, encuentro que esto tendría que ser algo natural.  

Con la pseudo-batalla ganó Elena Miró (que consiguió, con la ayuda de los medios de comunicación y de las redes sociales, la visibilidad para su nueva colección que casi perdió por no poder presentarla) pero no las mujeres que visten tallas grandes. Con o sin desfiles, la marca Elena Miró siempre estará ahí. El problema real no es la falta de marcas así, es la no existencia de tallas grandes en las demás marcas.  

Por eso me parece mucho más justa la propuesta de Jean Paul Gaultier que, en el desfile que presentó este fin de semana en París, abrió con Beth Ditto e incluyó modelos gordas igual que modelos delgadas. Sólo cruzo los dedos para que su colección en tienda sea el reflejo de este statement.  


domingo, 11 de abril de 2010

the girlfriend look

2009 fue el año del boyfriend look. Las chicas hemos buscado y rebuscado en los armarios de nuestros chicos y hemos pasado el año vistiendo sus pantalones, sus camisas anchas, sus americanas… hemos adoptando también los zapatos de cordones y los cortes de pelo a la garçonne. Y todo, o casi todo, lo hemos lucido con la misma femineidad con que lucimos las prendas tradicionalmente “de chicas”.

Este año, el boyfriend look tiene competencia y son ellos quienes hocican en nuestros armarios y cajas de bisutería y se quedan con unas cuantas cosas.

La moda empezó con Marc Jacobs, que no tiene cualquier pudor en vestirse falda. Siguió con la osadía de hombres como Johnny Depp, Rupert Friend (en la foto) o Ed Westwick, en la gran pantalla como en la realidad. Y, a partir de entonces, un universo que creían que estaba vedado a los chicos se abrió ante ellos. Existen muchas teorías sobre la atracción que inspiran las mujeres en los hombres; más allá de la atracción física, sienten hacia nosotras una especie de curiosidad. Cómo funcionamos fisiológica y mentalmente es todo un misterio para ellos y siempre que tienen oportunidad de entrar de lleno en este universo, que les fascina, amedrenta y repulsa a la vez, no se hacen de rogar. En carnaval es común verlos disfrazados de mujeres, todos contentos por poder por algunas horas probar que es ser fémina. Más allá de lo que pueda decir cualquier teoría freudiana sobre esto, creo que este interés hacia nuestro universo se debe sólo a la “envidia” que sienten por la libertad que tenemos nosotras.

Hablo de libertad en términos de moda. La diversidad de patrones, estampados, colores que tenemos nosotras es mucho mayor que la que tienen ellos. Esto nos das muchas más posibilidades de conjugar y de jugar con la ropa y con nuestros cuerpos. ¿A quién no le gustaría tener, digamos, cinco prendas básicas en su armario y con ellas poder crear 25 looks distintos?

Pues este año estarán contentos. ¡Este año también pueden todo! Los que no se dejen acomplejar con miedos y recelos de parecer homosexuales se lo pasarán bomba. Pelo largo, ojos maquillados, pantalones piquillo, camisetas cruzadas en la espalda, pañuelos, mini bermudas, leggings, diademas, bisutería, estampados de flores, camisas rosas, jerseys lilas, sandalias planas de meter el dedo, bolsos de tela reciclable… nada les está vedado. Veamos cuantos son los que aprovecharán la oportunidad.

Lo único que me da un poco de pena, y quizás donde reside la más grande diferencia entre las originarias de Venus e los originarios de Marte, es la tendencia que ellos tienen para huir corriendo de situaciones que les parezcan típicas del sexo opuesto. Es en este sentido que hace unos líneas hablaba de la repulsa que (también) les inspira el universo femenino. Para la mayoría ponerse un pañuelo o un anillo es un atentado a su masculinidad. Cuando eso no es del todo cierto. A nosotras pasarnos el año de 2009 poniéndonos sus ropas no nos supuso ningún problema ni nos llevó a cuestionarnos nada de nada. Simplemente lo hemos puesto, salido a la calle así, y punto. ¿Serán ellos capaces de aceptar el girlfriend look como nosotras hemos aceptado el boyfriend look? Todos aquellos que se mostren seguros de si mismos, se traguen orgullos tontos y se pongan prendas o accesorios tradicionalmente de chicas como si nada, estarán aún más guapos y divertidos ante nuestros ojos.