miércoles, 24 de febrero de 2010

¿tu ego es proporcional a tu talla?

Terminó ayer la 51ª edición de la pasarela Cibeles, en Madrid. Con el título de Ego, esta muestra hizo una vez más justicia a su historia reciente y apostó por tener a chicas con curvas desfilando.

En 2007 la organización del evento chocó el mundo de la moda al hacer público su principio de no contratar a modelos que no tuvieron un índice de masa corporal mínimo. Los antes tan codiciados 90-60-90 eran considerados entonces la nueva gordura. Y esta dictadura no sólo se hacía sentir en los desfiles de moda; arrastradas por la tendencia de las pasarelas iban las marcas de ropa masificadas, llegando a un punto de no vender ropa más allá de las tallas 42 o 44. No tan lejos han quedado los tiempos en que Morgan, Mango o Sisley no hacían prendas grandes y hoy, en muchas tiendas, todavía no encontramos tamaños XL o XXL. "Para las que visten estas tallas existen tiendas especializadas", será siempre la excusa, sin embargo en estas tiendas dichas especializadas el tamaño y el estilo parecen no ir de la mano.

¿Por qué no podemos tener a ambos en una misma prenda? La discusión estaba lanzada y las respuestas han llegado de varios sectores de la sociedad, entre ellos del Ministerio de la Sanidad. Que actualmente el tema de las tallas esté “regulado” o sea incluso punible en algunos países no significa que esté resuelto. Un ejemplo de eso son los últimos intentos de campañas publicitarias hechos por Ralph Lauren.

El pasado mes de octubre el diseñador americano ha sido demandado por utilizar el Photoshop para retocar una foto de Fillipa Hamilton en una publicidad de la marca. La modelo llevaba siete años trabajando con Ralph Lauren y en abril de 2009 ha sido dispensada por ser considerada “demasiado gorda” para caber en sus ropas. Sólo unas semanas después, la marca volvió a “adelgazar” una modelo en una publicidad que se podía ver en su página web australiana. Valentina Zelyaeva, ya de por si delgada, en la imagen final resultaba cadavérica e incluso fea.

Ralph Lauren y los demás diseñadores no hacen más que disculparse, contestan que sólo intentan acompañar a la tendencia, señalan a las Barbies de nuestra infancia como las principales culpables de esta obsesión, pero siguen produciendo para una elite. Y no se trata de una elite económica, porque eso siempre será así, si se produce menos o manualmente es normal que el precio aumente y sólo una minoría más adinerada pueda acceder a determinadas prendas. Sin embargo, producen también para una elite opulenta "físicamente"; para una minoría de mujeres que visten la talla 2 (el equivalente americano a la 34 española, esta es la talla en la que se hacen los samples o probadores que las modelos utilizan en los desfiles). Y lo más paradojo de la situación es que si tienes más dinero, más y mejor puedes comer, luego más gorda tenías que estar. Históricamente siempre ha sido así. Los gordos eran los reyes, los padres, los aristócratas, no la gente del campo que casi no podía comer y que trabajaba de sol a sol.

¿En qué momento del pasado reciente la gordura dejó de ser hermosura? En los años 60 modelos como Twiggy y diseñadoras como Mary Quant, que empezó diseñando su propia ropa porque tenía dificultad en encontrar prendas para su tipo de cuerpo, hicieron historia, pero no han tenido el poder de cambiar los canones. En la década de 80 y 90 las diosas eran modelos con piernas y culo, como Claudia Schiffer, Christy Turlington o Carla Bruni.

Mirando hacia atrás nos damos cuenta de que puede que esta tendencia haya empezado con Kate Moss, una modelo delgada, pero que lo es por naturaleza. Tanto su altura como su peso han logrado romper los standards y la pequeña Kate se ha ganado un lugar en las pasarelas, que hasta entonces estaban concebidas para las mujeres altas y con un peso mediano. Con ella la realización del sueño que tenían las modelos bajas de poder acceder a la pasarela estaba más cercana, pero se ha sacrificado a las modelos menos delgadas. Kate empezó una nueva moda y la industria la siguió, contentos por poder cambiar un poco los patrones, por probar algo nuevo.

Ahora las modelos buscadas tenían algo de "katemossiano" en ellas. Y, cuando no lo tenían, lo inventaban. Muchas modelos naturalmente no tan delgadas como Kate empezaron regímenes locos y milagrosos en la esperanza de así ganar ese qué que les faltaba... o, en este caso, de perderlo. Durante años la industria se autoconvenció de que no "estaban preparados para modelos por encima del peso normal". Las voces de la sociedad pedían todo lo contrario, modelos menos delgadas se esforzaban por entrar en el medio y, sin embargo, nadie podía más que el “corsé” de la delgadez.

En el concurso norteamericano America's Next Top Model (ANTM) idealizado y presentado por la ex-modelo Tyra Banks, también ella ahora visiblemente menos delgada, se dijo varias veces: "we're not ready for a plus-size model" (no estamos preparados para una modelo con un peso por encima de la media). La voz que más veces lo afirmó fue la de la séptica y varias veces operada Janice Dickinson, una de las primeras modelos internacionalmente conocidas que para no perder parte de su esplendor ha pasado varias veces por el quirófano. El peso medio a que se refería Janice era lo que marcaban las distintas marcas en ese momento, porque al final son las marcas las encargadas de contratar a las modelos para desfilaren, pero no el peso medio de las mujeres en EEUU. Ni en otras partes del mundo, pero en EEUU ¡aún menos! Y en su 10ª edición Whitney Thompson, una americana típica, ha logrado ganar el concurso. El premio le permitió firmar un importante contracto con Covergirl, una marca de cosmética que está para los norteamericanos como L'Oréal para los europeos, y agenciarse con Elite Model Management.

Whitney sigue trabajando hasta hoy y, lo más importante, es una inspiración para las jóvenes norteamericanas que como ella tienen un cuerpo (a)normal. También a partir de su victoria le surgió a la producción de ANTM la idea de hacer un concurso similar para jóvenes curvilíneas, The Fiercely Real Teen Model Search.

Esta joven modelo ha logrado cambiar los criterios de la industria de la moda, por lo menos en EEUU. Los responsables de los castings de la 45ª Edición de la Cibeles Madrid Fashion Week también han logrado cambiarlos, en España. En el Reino Unido el pasado mes de octubre, Mark Fast se ha encargado de hacer lo mismo. Al llamar para desfilar a una bellísima y nada delgada Hayley Morley volvió a poner el dedo en la herida. Hayley desfiló sin pudor con modelos de rede, totalmente transparentes, que enseñaban sus senos y sus curvas.

Por todo el mundo se hacen eco de estas iniciativas y, poco a poco, las modelos con los tradicionales 90-60-90, o incluso más, vuelven a las pasarelas. Crystal Renn y Lizzie Miller son ejemplos de modelos que se ven sanas. Desfilan, salen en las revistas, anuncian productos y parecen estar cómodas en “sus zapatos”. Sus cuerpos se parecen más con el de la mayoría de las mujeres del mundo y eso a las consumidoras nos gusta. Estas chicas no persiguen a un "ideal" imposible; no pasan un mensaje de sacrificio ni de privaciones múltiplas. Son libres y únicas en sus estilos y cuerpos.


Aparte del sector de las pasarelas, que en los varios desfiles del pasado mes de octubre hizo un homenaje a los cuerpos femeninos (veamos el ejemplo de la foto, el desfile de Dolce & Gabbana, donde se pasaron prendas que recordaban a las pin ups de los años 40), también las portadas y reportajes de las revistas empiezan a dejar un poco apartadas a las modelos niñas, lolitas con brazos y piernas aún desarrollándose, y se vuelven hacia la modelo mujer con curvas y pecho, en la cual la mujeres normales nos vemos reflejadas.

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