miércoles, 26 de mayo de 2010

ícono de estilo

En Londres, en el Museo Victoria & Albert, estará patente hasta el día 26 de septiembre una exposición que combina alta costura, glamour de cine e historias de princesas. ¿Ya podéis imaginar de qué va, verdad?

Grace Kelly (1929-82) fue una de las mujeres más fotografiadas del siglo XX (título que cargan hoy en día sus hijas y nietos) y una actriz de gran proyección, musa de directores como Alfred Hitchcock. En 1953 se ganó un Globo de Oro y en 1955 un Oscar, por su interpretación en la película Mogambo. Aparte fue también Princesa de Mónaco.

En abril de 1955, en un desplazamiento a Cannes, con motivo del Festival de Cine, conoció el Príncipe Rainier. Un año después el monarca anunciaba oficialmente su noviazgo con la actriz. De EEUU para la Europa trajo todo su encanto y un sentido estético muy fuerte, por eso no es raro que pronto se haya identificado con las creaciones de los diseñadores franceses del momento.

En esta muestra se recogen, a través de la analice de su guardarropa, cuatro décadas de la vida de Grace Kelly y las varias facetas de este ícono de estilo.

Veremos como trabajaba de cerca con aquellos que diseñaban su vestuario en las películas y les daba sugerencias o como, dentro y fuera de la pantalla, era una perfecta embajadora de la moda y de los modistos norteamericanos. Siempre que utilizaba determinado vestido para ir a un evento, al día siguiente los grandes almacenes empezaban a venderlo como “el look de Grace Kelly”. Y los fans no resistían a imitarla.

Grace Kelly, que en sus películas casi siempre interpretaba papeles de mujeres de clase alta o incluso pertenecientes a la realeza, empezó a ser considerada una verdadera “princesa de Hollywood” cuando el heredero de una de las monarquías más antiguas del mundo le pedió su mano. Y, aunque haya querido/tenido que abdicar de su carrera, hizo su última aparición en una película de MGM el mismo día de su boda. Los preparativos para las ceremonias, tanto religiosa como civil, y el momento del “¡Sí quiero!” han quedado registrados en la lente de las cámaras de la produtora. Esto contribuyó para que las que vivimos hoy podamos ser testigos de una boda que ocurrió en abril de 1956 y para enriquecer el “fenómeno Grace Kelly”, que nunca más se apagó.

Su visibilidad la utilizó para apoyar públicamente a causas sociales y culturales. Para este nuevo papel, bien como para el de mujer y madre, tuvo que adoptar su guardarropa. Solía decir: “Nuestra vida dicta que vestuario debemos utilizar. Creo que es importante primero ver si tu personalidad cabe en las ropas y sólo después ver si cabe tu cuerpo”. En este período las creaciones que le “encajaban” mejor eran las de Dior, Balenciaga, Givenchy y Yves Saint Laurent.

Como actriz o princesa, ¡siempre se mantuvo fiel a su estilo! Esto le rindió homenajes en vida y también póstumas de diseñadores tan conocidos como Hermés, que creó un bolso de mano con su nombre, o de Vera Wang, quién diseñó una colección entera de vestidos de novias inspirada en el atuendo que Grace Kelly utilizó en su boda.

Sus ropas y la importancia que desempeñaron en las distintas épocas de su vida pueden ser vistas en esta exposición patrocinada por Van Cleef & Arpels, que presta así tributo a la familia real monegasca y a una “amistad” antigua que empezó con el anillo de diamantes y perlas que Rainier encargó a la marca por ocasión del pedido de noviazgo.

La muestra incluye también otras actividades, como talleres de dos días de patronaje o de sombrería de alta costura, cada uno con un precio extra de 240 libras (más o menos 280 euros).


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