Los domingos son días de indolencia. De despertares tardíos, de comidas eternas y generalmente consistentes y de tardes que pasan lentamente hasta que se hace noche y el domingo se transforma en lunes. Al menos este era el plan de los domingos de mi pasado en Portugal. Sin embargo en España, y más aún en Cataluña, los domingos son días de mucha actividad. Son días de petanca.
Este juego, con más de 26 siglos de historia, se hizo famoso en Europa de la mano de los griegos (al inicio jugaban con piedras de río planas, pero pronto las reemplazaron por piedras redondeadas). Fueron ellos quienes codificaron el deporte de tirar bolas. Pero mientras que los griegos median fuerzas enviando cada uno bolas de tamaños diferentes lo más lejos posible, los romanos se concentraron en la habilidad de esta “competición” y desarrollaron la idea de un objetivo al que había que aproximarse (boliche). En 1910, se organizó el primer concurso oficial en Francia, en la región de Provenza, y a partir de ese día el éxito del juego de bolas no ha parado de crecer. Con el paso de los años incluso se precisa y se diferencia de los juegos de inspiración análoga, como los bolos, el palet bretón, el bowling, las bochas o la petanca sobre hielo (el curling).
La petanca, cuyo nombre deriva de la expresión francesa pieds tanquées (en castellano, pies juntos), se juega fuera de puertas en la arena o tierra y consiste en tirar una bola lo más cerca posible de un objetivo. Puede jugarse a dos, uno contra uno; en dupletas, dos contra dos, o en tripletas, tres contra tres. Las partidas son generalmente de 13 puntos; cada punto va para el contrincante que tiró la bola más próxima al boliche. Y el adversario debe continuar jugando sus bolas hasta que recupere el punto. Cada bola de un mismo equipo, si ninguna bola del equipo contrario está más cerca del objetivo, cuenta como un punto, y estos puntos se cuentan al final de cada tirada, cuando se hayan tirado todas las bolas.
El jugador cuando tira la bola debe de estar dentro de una circunferencia que no puede medir menos de 35 centímetros, ni más de 50 centímetros, de diámetro. ¡De ahí llamarse “pies juntos”! Hay dos maneras de tirar las bolas; apuntando, que consiste en tirar la bola con cuidado, tratando de acercarse lo máximo posible al boliche, o tirando, cuando se lanza la bola con cierta fuerza para apartar una bola contraria, golpeándola.
El juego no parece muy difícil, ¡pero no hay que confiarse de esta apariencia! La petanca tiene muchas sutilidades, en la manera de tirar las bolas, en la elección de lo que se tiene que hacer en el momento adecuado y en la determinación de una táctica y estrategia de equipo.
Durante años la afición a este juego ha inspirado a escritores y artistas, como Karl Lagerfeld. Chanel tiene dos conjuntos de bolas de petanca que cumplen exactamente el reglamento de la FIPJP (Fundación Internacional de Petanca y Juegos Provenzales), o sea, son metálicas con un diámetro comprendido entre los 7,05 y los 8 centímetros y un peso que oscila entre los 650 y los 800 gramos. El boliche es de madera, con un diámetro entre 25 y 35 milímetros.
Como la petanca puede ser jugada por cualquiera, no es extraño que durante la presentación de la colección Crucero de Chanel en Saint-Tropez viéramos a un par de modelos y celebridades probando su suerte con las bolas, bajo el sol de este inicio de verano. Como los viejos de ayer que, en pleno Paseo Sant Joan, intentaban con esta actividad ahuyentar la indolencia tan propia de los domingos.
Chica, pues nunca me había imaginado la petanca como algo fashion pero será que cualquier actividad lo puede ser si se hace con estilo... hubo una época en la que me aficioné un poco (porque donde vivía no había más que tierra) :) y tengo las bolas por ahi... te hace una partida? ;)
ResponderEliminarPues sí, pero ahora tenemos de dejarlo para la vuelta. ;)
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