(de)pendiente

¡Ya están aquí! Han llegado, mis pendientes de Viana.

Con el paso del tiempo me estoy haciendo dependiente de los símbolos y valores de Portugal hasta niveles insospechados. Después de casi cinco años viviendo en España, siempre que sé que hay una comida portuguesa, que viene un artista portugués a presentarse en Barcelona o que traerán lo que sea portugués, soy la primera en llegar. Más que una cuestión de orgullo, es una cuestión de añoranza. Añoro los sabores, los sonidos y los colores de Portugal.

Recientemente este sentimiento se extendió a la moda. En los últimos veranos, cuando voy de vacaciones, vuelvo a Barcelona con la maleta llena de arts & crafs nacionales. Incluso me compré un gallo de decoración, que queda perfecto en el salón de nuestro pequeño reducto portugués en pleno centro de Gràcia.

Este año fue la vez de buscar los pendientes de filigrana perfectos. Llevaba tiempo pensando que me encantaría poder ir por ahí presumiendo de pendientes, pero no encontraba el modelo adecuado. De hecho no lo encontré, lo encontró mí abuela por mí cuando yo ya estaba de vuelta a Barcelona. Ayer llegaron. Si no sois "emigrantes" no creo que podáis imaginar el grado de mi ansiedad que, en el minuto que vi los pendientes y los puse, se transformó en satisfacción, en orgullo e incluso en un poco de conmoción...

Son preciosos. Son típicamente portugueses. Y son míos.