sábado, 31 de julio de 2010

lisboa menina e moça

Ayer salí para redescubrir mi ciudad. Cogí una vieja cámara analógica y probé sacar fotos a lugares o rincones de los cuales me siento orgullosa. La experiencia de volver a utilizar una cámara antigua (y, principalmente, la incertidumbre de saber qué revelaría hoy la película y la ansiedad a la hora de recogerla en la tienda) me ha vuelto a llenar de nostalgia por la enésima vez esta semana.

Las imágenes finales creo que son excelentes tarjetas de visita de Lisboa y la atmósfera borrosa conseguida con la cámara analógica en todo se relaciona con la ciudad casi milenaria. Para completar la descripción visual os dejo los versos llenos de sentido (y verdad) de este fado.


No castelo, ponho o cotovelo/ Em Alfama, descanso o olhar/ E assim desfaz-se o novelo/ De azul e mar

À ribeira encosto a cabeça/ A almofada, na cama do Tejo/ Com lençóis bordados à pressa/ Na cambraia de um beijo

No terreiro eu paço por ti/ Mas da graça eu vejo-te nua/ Quando um pombo te olha, sorri/ És mulher da rua

E no bairro mais alto do sonho/ Ponho o fado que soube inventar/ Aguardente de vida e medronho/ Que me faz cantar

Lisboa menina e moça, menina/ Da luz que os meus olhos vêem tão pura/ Teus seios são as colinas, varina/ Pregão que me traz à porta, ternura/ Cidade a ponto luz bordada/ Toalha à beira mar estendida/ Lisboa menina e moça, amada/ Cidade mulher da minha vida

Lisboa no meu amor, deitada/ Cidade por minhas mãos despida/ Lisboa menina e moça, amada/ Cidade mulher da minha vida


viernes, 30 de julio de 2010

en un rincón sin salida

Como prometido, aquí tenéis una novedad cool de Lisboa… Por debajo de un arco, en un callejón que termina en un balcón con vista al río, al castillo y a la Avenida, está Cool de Sac. Al contrario de lo que su nombre pueda sugerir (cool de sac es un juego de palabras que se inspira en la expresión francesa cul de sac), y aunque esté situada literalmente en un rincón sin salida, esta tienda es un comienzo.

Para María Luísa Pries, su propietaria, que a menudo podemos encontrar allí recibiendo y aconsejando las compradoras más perdidas, fue el comienzo de una aventura. La madrileña se vino a Lisboa buscando un proyecto alternativo a sus anteriores trabajos (en Condé Nast, Dior o Louis Vuitton) y lo encontró cuando encontró este local. Aquí pudo concretizar su sueño de abrir una tienda de moda.

Para los habitantes de la ciudad es también un comienzo, ya que esta es la tienda que faltaba en la ciudad. Una tienda detallista de ropa y complementos que recuerda mucho a las boutiques del Marais. O a Romeo y Julieta, una de mis tiendas favoritas de Barcelona, que cerró este año para dar lugar a una tienda de gominolas.

Paseando por mi ciudad veo que hay una infinidad de espacios nuevos, bien sean tiendas o restaurantes. En el Chiado, Barrio Alto o Príncipe Real vemos mucha novedad y creatividad. Sin embargo, nada que se parezca a Cool de Sac, ¡con su aire de chica romántica avergonzada que esconde la cara para que no se le vea sonrojar! Los demás locales son más modernos, más urbanos, más vacíos. Sin embargo, unos y otros despiertan en mí un orgullo muy nacional de ver que mi ciudad se empieza a parecer con las grandes urbes europeas y empieza a importar un poco de la coolness de París, Barcelona o Berlín.

Para las seguidoras portuguesas o para las seguidoras extranjeras que estén pensando en una escapada a Lisboa, aquí está una buena sugerencia. Encima porque en Cool de Sac venden marcas que nos encantan a todas como Pink Soda, Paul&Joe Sister, Ba&sh, Repetto, Odd Molly o Tocca. Y también otras menos conocidas, como la marca de joyas étnicas de Mila González, pero que son auténticos placeres para la vista.



miércoles, 28 de julio de 2010

toy collection

“I will not sell my toy collection
If I did I would weep
Who’s to say what you need and what you don’t
On a desert island they’re the things I’ll keep

Who’s to say when you get older
You don’t need a toy collection?
Who’s to say when you get older
That you have to follow convention?"

Ya decía la canción de Katie Melua. “En una isla desierta, estas son las cosas que yo guardaría”. Mi colección de juguetes.

Las vueltas a casa son siempre nostálgicas y este año me ha dado para sacar del baúl a mis juguetes y libros de la infancia. Así surgió este post, en parte también inspirado por un artículo que El País publicó ayer sobre helados ochenteros.

La verdad es que hace unos cuantos meses ya añoraba hojear los libros que han marcado mis primeros años, que me han ayudado a definir como persona y, desde luego, a entender qué era estilo. De entre ellos, ningunos me han marcado más como los libros de Anita.

En Portugal llamamos de Anita al personaje de cuentos infantiles creado en 1954 por el ilustrador belga Marcel Marlier. Su nombre original es Martine y en España, por ejemplo, se conoce como Martita. En EEUU es Debbie, en Suecia es Mimmi, en Italia es Cristina… Pero es igual el nombre que le demos, lo importante es que esta niña de cinco años, su hermano y su perrito son parte de mi vida.

Aquí el primer libro se publicó en 1965, Anita ama de casa, y yo lo tenía. Y este es exactamente el detalle más curioso sobre mi colección de historias de Anita. Anita ama de casa, a semejanza de todos los demás títulos, no vino a parar a mis manos porque yo lo haya buscado o porque yo haya ido detrás de él durante años, mirando en ferias de antigüedades, tiendas de coleccionistas u online. ¡Mi Anita ama de casa, antes de ser mío, fue de mi madre! Supongo que el truco para agradar a tantas generaciones de mujeres está en la simplicidad de los textos de Gilbert Delahaye y en la falta de malicia. Mi madre sabía que leerlos no me haría cualquier daño, todo lo contrario. El respecto por su familia, el amor por los animales, la curiosidad de niña lista, el sentido de la responsabilidad son algunos de los valores que nos cuentan sus libros y que actualmente, a menudo, echo a faltar. ¡En la literatura y no sólo!

Pero el mérito más grande es sin duda de las ilustraciones, que a partir de la muerte del creador de Anita en 1997 han pasado a ser imaginadas por su hijo, Jean-Louis Marlier. Con sus dibujos uno y otro han logrado transportarnos a mundos de fantasía. Todas queríamos ser Anita. Bueno, ¡yo al menos! Me recuerdo que me encantaban títulos como Anita en las clases de ballet, porque esta era una actividad que siempre soñara hacer pero que mi madre nunca me dejo porque decía que yo era muy gordita. Supongo que tenía miedo de la crueldad de las demás niñas, con cuerpos más delgados que iban creciendo modelados por la danza. Pero las clases de ballet son algo que me falta hasta hoy. Y Anita las hacía.

Tampoco olvido a Anita y el pajarito. En el libro ella cuida a un pajarito pequeño, lo alimenta, lo ayuda a aprender a volar y al final lo liberta. En el patio de mi casa de vacaciones siempre encontrábamos pajaritos bebés que habían caído de sus nidos y que se veían tan indefensos. Pero o mí, al contrario de lo que pasaba con Anita, no me inspiraban ninguna compasión. Me daban miedo. No sabía que hacer con ellos, aunque me hubiera gustado ser tan altruista como Anita y haber tenido el valor de ayudarles a vivir.

Pero lo mejor de todo, y lo que me fascinó estos días cuando recuperé mis libros y me puse a hojearlos, son las ropas de Anita. Como en la foto de arriba, su vestido de cuadros Vichy, sus pendientes de cereza, sus bailarinas y su cestita de mimbre son algo que no pasa de moda y que hasta hoy sigue inspirando a estilistas y blogueuses.


viernes, 16 de julio de 2010

spread my wings and fly away...

Hoy toca otro viaje... para un destino de sobra conocido. Pero esta vez estoy empeñada en utilizar las vacaciones en mi eterna Lisboa para descubrir nuevos espacios fashion.

Durante las próximas dos semanas os mantendré actualizadas desde tierras lusas.



jueves, 15 de julio de 2010

impresiones de Bruxelas

Y, por último, las impresiones de Bruxelas. O, más bien, de Amberes.

A mi paso por Bélgica, yo me he quedado en
Bruxelas y confieso que esta ciudad me sorprendió mucho por su belleza (la Grand Place es majestuosa), por su multiculturalidad (ir hasta el Parlamento Europeo y comer allí es como entrar en una Torre de Babel), por su clima (no es tan malo como dicen, ¡es peor!, durante dos días no paró de llover ni un segundo), por su gastronomía (no sólo las mules, las patatas fritas y las gofres son deliciosas, los platos típicos salados también lo son) y por sus hombres (los belgas han sido los más guapos que he visto en todo el viaje, con sus cargos europeos y sus trajes a medida), pero de moda va a ser que las/los bruselenses no entienden mucho. Hay un boulevard donde se encuentran tiendas de marcas importantes, pero la gente de la ciudad no parece hacerse eco de lo que se vende allí. Sin embargo, hubo otra ciudad no muy lejos de allí que sí captó mi mirada de periodista de moda.

Amberes para los abalones o Antuerpia para los flamencos es exactamente lo que esta dualidad de nombres deja antever; una ciudad entre dos mundos. ¡Y se beneficia con eso!

Aquí tiene sede una de las escuelas de diseño de moda más conocidas en Europa (
Royal Academy of Fine Arts) y, recurriendo las calles de la ciudad, se entiende por qué. Amberes es una fuente de inspiración y las influencias se pueden ver por todas partes, pero principalmente en los escaparates.

En los últimos años
Amberes se ha ido ganando fama como destino para shopping y por eso tiene que estar a la altura. Los escaparatistas sienten constantemente la necesidad de crear nuevos y cada vez más complicados espacios y, en la mayoría de los casos, dejan que la decoración que se ve desde la calle se prolongue hacía el interior de la tienda, creando espacios únicos. En muchos locales he visto una deconstrucción del concepto de tienda y, a menudo, sentía que había entrado por equivocación en un café o anticuario.

Me acuerdo por ejemplo de una tienda con escaparates enormes, de unos 4 por 7 metros, a los dos lados de la puerta, y donde habían llenado todo el espacio que tocaba el cristal con máquinas de coser antiguas.
Singer, Lada… Una sucesión de preciosidades que harían prever que se trataba de una tienda de antigüedades más que de una tienda de ropa.

Otra parecía un taller de patronaje. De las ventanas colgaban tiras de cinta, telas, patrones. Sobre las mesas regulas y botones desemparejados. Dentro, (¡sorpresa!) había ropa para venta.

El escaparate que podéis ver en la foto es mi favorito. Si no fuera por los maniquís una pensaría que se trataba de un restaurante de
fast-food. Las cajas de hamburguesas para llevar que se pueden ver en el interior completan el cuadro gastronómico del escaparate y contrastan completamente con la ropa que vendían. Muy deportiva, nada conceptual.

Como tampoco es conceptual la moda que venden en la mayoría de las tiendas en esta ciudad. La ropa es comercial, lo que cambia es la manera de venderla. El
twist que dan a sus escaparates los señores de la moda de Amberes les da fama y provecho, pero no es garantía de calidad en las creaciones. ¡No se puede tener todo!

miércoles, 14 de julio de 2010

impresiones de Viena

En Viena lo que más impresiona es el equilibrio que existe entre antiguo y moderno. Al contrario de Praga, donde por todas partes se oponen decadencia y lujo, aquí la antítesis es principalmente visible en el arte. En Viena he visto las mejores obras impresionistas, en el Museo de Belvedere (un antiguo palacio, claro, sino esto no sería Viena), especialmente los cuadros de Monet y de Klimt, pero también he visto la mejor exposición de arte moderno de todo mi viaje.

En el Museum Quartier, la plaza donde están los principales museos contemporáneos de la ciudad, había una exposición increíble del americano Keith Haring.

El recurrido por entre sus cuadros, fotos, videos y escritos no sólo es interesante por la dimensión de su obra (sus hombrecitos y perritos son seguramente identificables por una gran mayoría), pero también porque nos permiten conocer la persona por detrás del dibujo.

Keith Haring nació en 1958 en el estado de Pensilvania, pero a los 20 años se mudó a Nueva York para estudiar arte en la School of Visual Arts. Con el tiempo se ha ido haciendo hueco en la comunidad artística, gay y pop de la ciudad y hoy es uno de los íconos de esa generación de artistas, bien como Andy Warhol, su amigo personal. ¡Keith sacó el arte a la “calle”! Pasaba sus días moviéndose entre el Club 57 y otros clubes alternativos y, por el camino, iba dejando su mensaje en forma de dibujo en las estaciones de metro neoyorquinas, en los outdoors publicitarios o en contenedores.

La forma como se vestía también decía mucho de él y de esos tiempos. Los
leggings coloridos, las gafas de pasta, las camisetas con mensajes, son la marca de una generación de artistas y partes componentes de algunos de los looks más buscados en la actualidad. En el siglo XXI los 80 han vuelto y no apenas en la moda. Los mensajes que intentaba pasar Keith con su arte también vuelven a estar de moda. La igualdad, la paz, la justicia…

Una buena manera de comunicarlos a través de nuestra forma de vestir podría ser integrando en nuestro guardarropa algunas prendas
Keith. No me refiero a imitar su estilo, sino a vestirse con prendas Keith Haring. Están por todas partes y algunas de las más grandes celebrities ya las han adoptado. Beyoncé, Rihanna, Kanye West las llevan en su cuerpo y en su pelo. Tommy Hilfiger decoró una sección de las galerías Colette en París con papel de pared de hombrecitos para ayudar a promocionar su novísima línea de calzado deportivo (que a partir de septiembre de 2010 empezará a ser vendida también en tiendas de la marca). E incluso Zara ha sacado modelos inspirados en la iconografía del artista pop


martes, 13 de julio de 2010

impresiones de Praga

Praga fue una sorpresa. La capital de la República Checa es una ciudad vieja y decadente pero a la vez imperial. ¿Cómo es posible esto? Creedme, lo es.

Su estación de trenes, la primera cosa que he visto, es un ejemplo claro de lo que os intento decir. Me esperaban en la parte “moderna” de la estación (moderna entre comillas, porque comparada con la Gare del Oriente en Lisboa, obra del arquitecto español Santiago Calatrava, la estación checa dejaba mucho que desear), pero yo me equivoqué y salí por la antigua. ¡Y justo allí tuve mi primer choque de realidad!

Era un espacio precioso. La palomas volaban libres en una atmosfera que ganaba mucho con la luz de inicio de tarde que entraba filtrada por los vitrales de mil colores. El techo, una media cúpula ocre, era sostenido por medias esculturas y estaba pintado de flores que se han ido descolorando con el tiempo. A la altura de los ojos estaba una vieja taquilla, un viejo bar y media docena de cuadros de Alfons Mucha.

Sólo en una ciudad como Praga pueden convivir lado a lado las flores descoloridas del techo, las palomas callejeras y esos preciosos cuadros de Mucha. Todo en el mismo cuarto de círculo.

Y Praga, toda ella, es así. Una decadencia chic. Una ciudad que ha sido visiblemente muy rica pero que debido a las atrocidades de sus sucesivas situaciones políticas ha perdido su glamour. La mayoría de los portales modernistas ya no son dorados, pero el trabajo en la piedra, en el vitral y en el mosaico sigue allí.

Esta misma dualidad es perceptible en el panorama de la moda. De todas las ciudades donde estuve y donde he ido comprando revistas de moda, para poder satisfacer mi curiosidad e intentar entender un poco como se viven las tendencias en los diferentes países, Praga fue donde compré la mejor revista.

Está claro que yo no entiendo checo, pero mirar las fotos incluso un niño de cinco años puede hacerlo. Pues yo he mirado las fotos y estas me han llenado tanto la vista, como me llenó aquella vieja estación que encontré por casualidad.

La Elle checa promete a sus lectoras todo un mundo de glamour: abre con las fotos de tres piernas y tres pies calzados con los últimos modelos Miu Miu (con precios en euros), sigue con un editorial sobre dorados y se va desarrollando por entre temas tan diversos como un reportaje sobre las joyas Cartier, una entrevista y sesión de fotos con Eva Herzigova (que da también cara, y cuerpo, a la portada), un reportaje sobre los destinos favoritos de las tops más en boga (y un editorial de sugerencias de moda playera), entre otros.

La sesiones de fotos son de lo mejor que he visto en mucho tiempo en todas las revistas que he consumido y sigo consumiendo. Y las páginas de belleza, cabellos, cuerpo y maquillaje son igualmente dignas de una Elle americana. Todo muy lejos de la imagen dantesca que tuve una mañana cuando, al coger el metro hasta el centro, me senté al lado de una señora que a las 10h30 comía judías verdes crudas de una bolsa de plástico para donde también tiraba las cáscaras y mientras lo hacía emitía unos ruidos en todo semejantes a los de un conejo rumiando.

Esta señora, que no era ninguna sin abrigo ni iba vestida de trapos (hay que dejar claro), y la Elle que tengo delante de mí y que está hecha a pensar en una elite que también existe en Praga son las dos caras de una ciudad que, tal como dije en el comienzo, tiene tanto de decadente como de lujosa.


lunes, 12 de julio de 2010

impresiones de Venecia

Aunque los ojos más astutos (y creativos) puedan ver moda en Venecia y en sus máscaras, que recuerdan a los pierrots y arlequines de Prada y Viktor & Rolf del Verano de 2008, esta no es una ciudad que exhale coolness, como lo es Berlín, París o Roma.

Sin embargo, en Venecia he encontrado la pieza más interesante de mi recurrido europeo. En la tienda de la Casa Museo Peggy Guggenheim he encontrado este bolso hecho de… lufa.

Todos saben que las tiendas de los museos (bien como sus restaurantes y cafeterías) son ideales. Aquí el shopping cultural, y no sólo, es toda una experiencia. Se pueden encontrar cosas extremamente creativas y no siempre (dependiendo del país y del museo) muy caras. Y la tienda de este museo en Venecia no ha sido una excepción.

La lufa es un fruto. ¡Sí, eso es! Tiene la forma de un gran calabacín y crece salvajemente en india y en la selva amazónica. La planta tiene el comportamiento de una enredadera con flores amarillas y de su fruto, debido a su interior formado por una red de fibras, se hacen esponjas.

Las más comunes son simple cilindros cortados directamente del fruto, que al principio son rígidos y ásperos pero que después de humedecidos se ablandan. Pero también hay otros tipos. Guantes, cepillos de cuerpo o incluso esponjas para la vajilla. Sin embargo, esta fue la primera vez que he visto darle semejante utilización a la lufa.

La tradicional lufa exfoliante fue teñida de negro y trabajada de forma a dar origen a este bolsito de mano. El detalle de la pega y el cierre plateado le hacen parecerse cada vez menos con una esponja y cada vez más con un bolso de noche, que una fácilmente llevaría de fiesta.

Como podéis imaginar el precio de la originalidad no era barato, pero esta es desde luego una buena manera de introducir materiales alternativos en el mundo de la moda, a veces un poco rancio en dejar a un lado los materiales tradicionales.


viernes, 9 de julio de 2010

impresiones de París

“Vuelve a sonreír, a recordar París”

La letra de esta canción de la Oreja de Van Gogh no podría aplicarse mejor a lo que siento hoy. Vuelvo a sonreír. Vuelvo a recordar París. Principalmente a sus Friperies del Marais.

El barrio, esencialmente poblado por judíos, gays, parisinas/os cool y turistas, nos ofrece la más grande concentración de tiendas vintage de París. Aquí puerta sí, puerta sí hay un mundo de detalles por descubrir. Bien sea tras el umbral de un café gay, de una tienda de objetos de decoración de design, de un restaurante de kebab (el más caro de la ciudad está aquí) o de una tienda de ropa masificada, hay mil historias siendo contadas a todo el momento. Pues imaginaros qué pasa tras el umbral de una tienda de segunda mano, la meca de las cosas con pasado e historia…

Pero París, a la vez que puede ser tan grunge y relajada, puede también ser totalmente chic y elegante. Y en lo que toca a este segundo tipo de actitud, y de moda, la meca está en otro barrio. En el noveno distrito, en pleno Boulevard Haussman están las Galerías Lafayette.

Nada más entrar por la puerta se abrió delante de mis ojos un mundo de ensueño. ¡Es maravilloso! Yo he estado en varios department stores lujosos un poco por todo el mundo, pero Lafayette lo supera todo.

La majestuosidad de su cúpula nos aplasta, tal como nos aplasta la moda que aquí se vende. Subiendo hasta la última planta, donde están las marcas más caras, no podía dejar de sorprenderme. No sólo lo que venden es precioso, como también lo es el ambiente donde lo venden. Algunas veces, según la importancia del cliente, las marcas llegan incluso a cerrar su “rincón” para que ella o él puedan disfrutar de este pedazo de paraíso en la tierra (en París) sin que nadie ni nada les perturbe. ¡Está claro que este no ha sido mi caso! ¡Pena!

Bajando un poco encontramos la zapatería, con sus centenas de marcas y miles de zapatos totalmente apetecibles. Quién piensa que la zapatería d’El Corte Inglés es completa tiene que conocer esta sección de las Galerías Lafayette.

Y cuando yo pensaba que no faltaba nada para completar esta experiencia idílica, que lo había visto todo, que ya estaba cien por cien conquistada, voilá, la pièce de résistence: Ladurée.

Pasamos para el edificio de las Galerías contiguo (especializado en moda masculina) sólo para descubrir los macaroons de esta casa centenaria. Fundada en 1862, Ladurée detiene el monopolio de los mejores macaroons de París, esos pequeños pasteles hechos con almendras, claras de huevo, crema de leche y azúcar que son considerados como un accesorio de moda más. Una combinación perfecta entre sabor y textura, los macaroons de Ladurée han inspirado diversos reportajes en revistas y blogs de moda y han posibilitado el final perfecto para mi experiencia parisienne. Sí, eso que habéis leído, yo terminé mi estadía en París comiendo un macaroon de cereza, una de las novedades de 2010.


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PD. Para las seguidoras de The Closet que viven en París, quizás sea interesante inscribirse en las visitas guiadas que Lafayette organiza los próximos días 13, 15 y 16 de julio. Durante el trayecto podéis saber más sobre la historia de las Galerías y las anécdotas de su construcción. ¡Este bâtiment dejará de tener secretos para vosotras!
Podéis hacerlo en la primera planta del edificio principal, de martes a sábado de las 11 a las 19 horas, o llamando al 01 42 82 81 98. ¡Luego tenéis que contármelo todo!


miércoles, 7 de julio de 2010

impresiones de Berlín

En día de partidazo (por la Copa del Mundo de Fútbol) entre España y Alemania, no está de más recordar mi pasaje por Berlín hace tan sólo tres semanas.

A pesar de la fuerte impresión que dejó en mí el barrio de Prenzlauer Berg, con las tiendas de segunda mano de la calle Oderberger (donde compré mi increíble vestido de flecos vintage) y el tan especial café Kauf dich Glücklich (idealizado por dos designers de producto y que combina muebles, ropa y accesorios para venta con deliciosos helados, crepes y waffles), nada en Berlín se puede sobreponer al recuerdo de la Fundación Helmut Newton.

Detrás de la salida sucia y gasta de la estación de metro Bahnhof Zoo (sí sí, exactamente la misma donde se ambienta el best-seller de los 80 y 90 “Wir Kinder vom Bahnhof Zoo” – en castellano, “Yo, Cristina F.”) está la Fundación que homenajea la vida y obra del fotógrafo alemán.

Había visto, aún en España, en una revista de moda que hojeaba mientras me hacían la pedicure que June Newton, la mujer del fallecido artista, que trabajaba bajo el seudónimo de Alice Springs, tenía una exposición allí. ¡Y por eso fuimos!

Las fotografías no eran nada de especial, pero puedo entender que sea difícil superar el genio de Helmut y que estar casada con el que ha sido quizás el más grande fotógrafo de moda de nuestro siglo no debe ser fácil. Las comparaciones seguramente son constantes. Por eso Alice Springs, durante un período de su vida, decidió (inteligentemente) dejar la cámara fotográfica a un lado y empezar a grabar videos, utilizando una cámara de filmar que había regalado a su marido y a la cual él no había hecho ni caso y su experiencia y “ojo” de ex actriz.

El video que resultó de este experimento, y que os traigo en el post de hoy, ha sido el momento alto de mi visita a la Fundación Helmut Newton y de mi estadía en Berlín.

Es la oportunidad ideal para conocer el hombre que está por detrás de fotos tan conocidas como las dos "Sie kommen!" (en castellano, "¡Ellas vienen ahí!"), versión vestida y desnuda. En el video podemos ver como trabaja y se relaciona con gente como Claudia Schiffer, Helena Christensen, Karen Mulder, Nadja Auermann, Carla Bruni, Cindy Crawford, Gianni Versace, Yves Saint Laurent, Sigourney Weaver, Billy Wilder, André Léon Talley, Luciano Pavarotti, entre otros…




martes, 6 de julio de 2010

impresiones de Ámsterdam

Hoy me he acordado tanto de Ámsterdam… Al ver la colección que John Galliano presentó ayer, en los jardines del Museo Rodin en París, no he podido dejar de pensar en la ciudad holandesa, con sus canales y puentes; sus casas inclinadas, con las ventanas despejadas e iluminadas por la noche; sus bicis sin frenos y, principalmente, sus mercados.

El más conocido es el Bloemenmarket, un mercado diario que se extiende por muchos metros en la orilla izquierda del Singel y donde se puede encontrar todo el tipo de flores, semillas y bulbos.

Allí uno encuentra las flores que no encontraría en ninguna otra parte. Si buscas algo en especial, búscalo allí. Si no está, ya puedes desistir de procurar. Sin embargo este mercado no apenas es alucinante por la variedad de flores, sino también por el mosaico que crea en la orilla del río. Las sucesivas carpas transformadas en floristerías y llenas de colores crean una composición visual única.

Os dejo algunas fotos acompañadas por igualmente bonitas imágenes de la colección de Alta Costura Otoño/Inviero 2011 de Dior. En definitiva, ¡las flores están de moda! Y no apenas en Ámsterdam, también en nuestras ciudades donde la inspiración y los estampados florales invaden las aceras y las diversas orillas de distintos ríos.

Y en el futuro, a juzgar por las propuestas siempre visionarias de la Maison Dior, las flores servirán también de inspiración para el contenido de las prendas, para la forma y los materiales.

La colección que se presentó ayer, y de la cual podéis ver parte aquí, estaba mayoritariamente compuesta por organzas y tafetanes pintados a mano, que formaban cascadas con formas de flores, y es un homenaje al creador de la marca. Christian Dior siempre se quedó muy marcado por un jardín en Granville, su ciudad natal. Desde su infancia, sentía que ese era uno de los pocos sitios donde se podía “encontrar” y comunicar con su madre. Por eso, en 1947, dio a su primera línea el nombre de Corolle (en castellano, corola) y en 1953 creó la línea Tulipe.

Dior también dijo alguna vez que “diseñaba para mujeres flores”. Fue teniendo esta fascinación por los elementos botánicos en mente que John Galliano diseñó el “jardín” que nos presentó ayer.



lunes, 5 de julio de 2010

impresiones de Roma

Recién llegada de Roma, la última ciudad de mi viaje de más de tres semanas por Europa, intentaré que mis próximos posts reflejen algunas de las cosas interesantes que vi por ahí.

En Italia por ejemplo, y especialmente en Roma, me quedé impresionada con la cascomanía. Allí los cascos de las motos son verdaderos accesorios de moda, pensados más para dar estilo que protección.

Verdad sea dicha que los italianos saben conjugar como nadie el clásico y el sport, por eso no es difícil de entender que los cascos, a pesar de su carácter deportivo, se llenen de detalles y colores modernos y sean utilizados como un complemento de moda más, como un prolongamiento de la personalidad y estilo de uno tal cual como si de un bolso o de un sombrero se trataron.

Aunque, hace un par de años ya, Roma haya sido destronada por Barcelona de su puesto como ciudad europea con más motos (y eso se ve bien), la gran diferencia entre ambas es que allí hay decenas de marcas de moda especializadas en cascos de moto y cada año las nuevas tendencias saltan de las pasarelas para las calles. Así se explica por que durante mis tres días en Roma no raras veces he podido ver a una cabeza colorida pasando a toda velocidad por entre los coches, a un casco tan moderno e interesante que automáticamente me hacia girar en dirección al motard que terminaba de pasar, esquivándose de los atascos.

Aquí quedan las propuestas de dos de las marcas italianas más conocidas, y vendidas. Cascos para ir en moto y para llevar con mucho orgullo colgados del brazo. Y, por qué no, para llenar con la compra.


Esta utilidad, que yo por ejemplo atribuyo muy a menudo a mi casco, es el exponente máximo de deconstrucción del casco como elemento protector para la circulación viaria y una forma por excelencia de utilizarlo como accesorio cuotidiano. No es algo que haga intencionalmente, apenas cuando necesito urgentemente de un par de cosas del supermercado pero no me compensa ir primero a casa, coger el carrito de la compra, salir, etc. Por eso voy directamente a comprar y como nunca me gusta coger bolsas de plástico, pongo las cosas dentro de mi casco, del casco al maletero de la moto, de ahí al casco otra vez y después a casa.

Esta utilidad dada al casco no es, sin embargo, exclusividad mía y a probarlo está la gran mayoría de las chicas, y chicos, romanos...