Hoy se ha otorgado el premio Pritzker, el Pulitzer de la Arquitectura, a Kazuyo Sejima y a su socio Ryue Nishizawa. Juntos han fundado hace 15 años el estudio SANAA (Sejima and Nishizawa and Associates) y, aunque cada uno mantiene proyectos propios y firma sus viviendas individualmente, juntos son responsables por una arquitectura de vanguardia.
La historia de este premio (creado en 1979 por la Fundación The Hyatt) se relaciona con la Familia Pritzker, propietaria de la Fundación y también de la cadena de hoteles Hyatt, y con su convicción de que la arquitectura era una arte creativa hasta entonces no prestigiada de ninguna manera. Por eso, desde su inicio, el Pritzker prestigia anualmente un arquitecto vivo cuyo trabajo haya demostrado talento, visión y compromiso. O sea, alguien que haya contribuido sistemática y significativamente para el bien de la humanidad y del medioambiente a través de la arquitectura.
El de este año será entregado día 17 de mayo, en una ceremonia en la Ellis Island de Nueva York, no a una sino a dos personas. Sin embargo, no es la primera vez que se premian duplas o dos arquitectos. En 1988 Oscar Niemeyer y Gordon Bunshaft recibieron ambos este honor. Y en 2001 Jacques Herzog y Pierre de Meuron, socios en su firma suiza, también han sido seleccionados. Esta tampoco será la primera vez que se entregará a arquitectos japoneses. Lo han recibido ya Kenzo Tange (1987), Fumihiko Maki (1993) y Tadao Ando (1995).
Según el jurado, compuesto por algunos de los nombres más sonantes de la arquitectura, Sejima y Nishizawa se merecen este galardón por su trabajo que es “simultáneamente delicado y poderoso, preciso y fluido, ingenuo pero no pretenciosamente inteligente y por la creación de edificios que interactúan con su contexto y con las actividades que contienen, posibilitando un sentimiento de riqueza experimental”.
Lord Palumbo, Alejandro Aravena, Rolf Fehlbaum, Carlos Jimenez, Juhani Pallasmaa, Renzo Piano, Karen Stein y Martha Thorne refirieron aún la importancia de la luz y de la transparencia en el trabajo de estos dos japoneses, que las exploran a diario y las intentan llevar hasta nuevos límites.
La noticia de que recibirían un Pritzker, otorgado en otros años a profesionales tan importantes como el español Rafael Moneo, el americano Frank Gehry (Museu Gugennheim de Bilbao), el portugués Álvaro Siza Vieira (Proyecto del Nuevo Paseo de la Castellana de Madrid) o el francés Jean Nouvel (Torre Agbar de Barcelona), fue recibida por la dupla de arquitectos con humildad y mucha satisfacción. Sejima dijo, “he estado explotando de que manera puedo crear arquitectura que sea abierta y este premio sólo me viene a incentivar más”. También su compañero profesional, Nishizawa, subrayó esta característica: “Este premio fantástico me ha dado una dinámica y energía que nunca he sentido antes”, añadió.
Aunque la mayoría de la obra de SANAA esté en Japón, los arquitectos han empezado recientemente a construir en Europa y en EEUU. En España, por ejemplo, han firmado el proyecto de ampliación del IVAM (Instituto Valenciano de Arte Moderna) y en Portugal el nuevo edificio multifunciones de la Fundación Serralves (en Oporto).
En el sector de la moda también han dejado su marca. Prada, Christian Dior e Louis Vuitton les han encargado ambiciosos proyectos. Para la primera marca han idealizado una tienda amplia y luminosa en Hong Kong, en cuya inauguración las prendas “desfilaron” sobre las cabezas de los invitados colgadas de unos carriles en el techo. Para la segunda crearon todo un edificio de ocho plantas de cristal en la calle Omotesando, una de las más elitistas de Tokio. Y para la tercera idealizaron otra finca, compuesta por rectángulos encajados unos en los otros, donde se juega con los volúmenes y con la relación entre el interior y la calle (en la foto).
Pero no apenas Sejima y Nishizawa juntan arquitectura y moda. De los cuatro cantos del mundo nos llegan otros ejemplos de tiendas arquitecturales. En Tokio la tienda de la marca Camper fue diseñada por Jaime Hayon y la de Tod’s por Toyo Ito. Allí también la marca Louis Vuitton tiene un edificio entero diseñado por los holandeses UNStudio y, en la Bond Street de Londres, tiene otra tienda concebida por Peter Marino, un arquitecto que ya trabajó con Chanel, Dior y Fendi. Otra marca que también cuenta, en la capital británica, con una tienda diseñada por una dupla de éxito es Lanvin. El verano pasado abrió las puertas de un espacio firmado por Pierre Beucler y Jean-Christophe Poggioli, igualmente responsables por la Dior Homme de Tokio y las Comme des Garçons y Cacharel de Paris. En Las Vegas, la tienda de Miss Sixty fue concebida por el estudio Giorgio Borruso Design, que en 2004 se ganó un premio al mejor diseño de tienda por este trabajo.
Balenciaga es otra precursora en la colaboración con profesionales de renombre y, recientemente, trabajó con Dominique Gonzalez-Foerster y el diseñador de luz Benoit Lalloz. En Seúl, Prada contó con la ayuda de Rem Koolhaas y su Office for Metropolitan Architecture para transformar a un antiguo palacio en tienda de lujo. Ya en 2001 la marca italiana había colaborado con este arquitecto, en la construcción de su tienda de Soho. En la 5ª Avenida de Nueva York, Armani tiene una tienda de Doriana y Massimiliano Fuksas, con quienes trabaja desde hace mucho ya. También Marc Jacobs tiene una relación profesional antigua con Stephan Jaklitsch Architects, Stella MacCartney con APA London Architects, quienes también hacen trabajos para Adidas, y Hermès con Rena Dumas.
En Barcelona encontramos a tres colaboraciones que me gustan particularmente. La H&M de Portal de l’Àngel, que por obra y gracia de un proyecto de Mariscal logró poner el antiguo edificio sed de la Compañía Catalana de Gas en el mapa de moda y design de la ciudad. La tienda de Lurdes Bergada y Syngman Cucala en el Centro Comercial L’Illa, concebida por el estudio de arquitectos y diseñadores de interiores Deardesign. Y la tienda temporal que Santa Eulalia abrió mientras su antiguo edificio se está reconstruyendo. Un proyecto sostenible de Tarruella & López Interioristas que, aparentemente, no tiene nada de efímera.
Esta última tienda es igualmente un buen ejemplo de cómo no apenas la construcción es importante. También los materiales utilizados y lo que se pone dentro pueden hacer la diferencia. Que digan las que ya se han sentado en los banquillos de papel kraft o han podido mirar los bolsos y zapatos de ensueño dispuestos en estanterías hechas con el mismo material. Un lujo para todos los sentidos.
Así se prueba que la colaboración entre arquitectura y moda no se queda sólo en las tiendas. En los últimos años hemos visto también a escaparates e instalaciones en las pasarelas que son verdaderas obras de arte y creatividad.
La historia de este premio (creado en 1979 por la Fundación The Hyatt) se relaciona con la Familia Pritzker, propietaria de la Fundación y también de la cadena de hoteles Hyatt, y con su convicción de que la arquitectura era una arte creativa hasta entonces no prestigiada de ninguna manera. Por eso, desde su inicio, el Pritzker prestigia anualmente un arquitecto vivo cuyo trabajo haya demostrado talento, visión y compromiso. O sea, alguien que haya contribuido sistemática y significativamente para el bien de la humanidad y del medioambiente a través de la arquitectura.
El de este año será entregado día 17 de mayo, en una ceremonia en la Ellis Island de Nueva York, no a una sino a dos personas. Sin embargo, no es la primera vez que se premian duplas o dos arquitectos. En 1988 Oscar Niemeyer y Gordon Bunshaft recibieron ambos este honor. Y en 2001 Jacques Herzog y Pierre de Meuron, socios en su firma suiza, también han sido seleccionados. Esta tampoco será la primera vez que se entregará a arquitectos japoneses. Lo han recibido ya Kenzo Tange (1987), Fumihiko Maki (1993) y Tadao Ando (1995).
Según el jurado, compuesto por algunos de los nombres más sonantes de la arquitectura, Sejima y Nishizawa se merecen este galardón por su trabajo que es “simultáneamente delicado y poderoso, preciso y fluido, ingenuo pero no pretenciosamente inteligente y por la creación de edificios que interactúan con su contexto y con las actividades que contienen, posibilitando un sentimiento de riqueza experimental”.
Lord Palumbo, Alejandro Aravena, Rolf Fehlbaum, Carlos Jimenez, Juhani Pallasmaa, Renzo Piano, Karen Stein y Martha Thorne refirieron aún la importancia de la luz y de la transparencia en el trabajo de estos dos japoneses, que las exploran a diario y las intentan llevar hasta nuevos límites.
La noticia de que recibirían un Pritzker, otorgado en otros años a profesionales tan importantes como el español Rafael Moneo, el americano Frank Gehry (Museu Gugennheim de Bilbao), el portugués Álvaro Siza Vieira (Proyecto del Nuevo Paseo de la Castellana de Madrid) o el francés Jean Nouvel (Torre Agbar de Barcelona), fue recibida por la dupla de arquitectos con humildad y mucha satisfacción. Sejima dijo, “he estado explotando de que manera puedo crear arquitectura que sea abierta y este premio sólo me viene a incentivar más”. También su compañero profesional, Nishizawa, subrayó esta característica: “Este premio fantástico me ha dado una dinámica y energía que nunca he sentido antes”, añadió.
Aunque la mayoría de la obra de SANAA esté en Japón, los arquitectos han empezado recientemente a construir en Europa y en EEUU. En España, por ejemplo, han firmado el proyecto de ampliación del IVAM (Instituto Valenciano de Arte Moderna) y en Portugal el nuevo edificio multifunciones de la Fundación Serralves (en Oporto).
En el sector de la moda también han dejado su marca. Prada, Christian Dior e Louis Vuitton les han encargado ambiciosos proyectos. Para la primera marca han idealizado una tienda amplia y luminosa en Hong Kong, en cuya inauguración las prendas “desfilaron” sobre las cabezas de los invitados colgadas de unos carriles en el techo. Para la segunda crearon todo un edificio de ocho plantas de cristal en la calle Omotesando, una de las más elitistas de Tokio. Y para la tercera idealizaron otra finca, compuesta por rectángulos encajados unos en los otros, donde se juega con los volúmenes y con la relación entre el interior y la calle (en la foto).
Pero no apenas Sejima y Nishizawa juntan arquitectura y moda. De los cuatro cantos del mundo nos llegan otros ejemplos de tiendas arquitecturales. En Tokio la tienda de la marca Camper fue diseñada por Jaime Hayon y la de Tod’s por Toyo Ito. Allí también la marca Louis Vuitton tiene un edificio entero diseñado por los holandeses UNStudio y, en la Bond Street de Londres, tiene otra tienda concebida por Peter Marino, un arquitecto que ya trabajó con Chanel, Dior y Fendi. Otra marca que también cuenta, en la capital británica, con una tienda diseñada por una dupla de éxito es Lanvin. El verano pasado abrió las puertas de un espacio firmado por Pierre Beucler y Jean-Christophe Poggioli, igualmente responsables por la Dior Homme de Tokio y las Comme des Garçons y Cacharel de Paris. En Las Vegas, la tienda de Miss Sixty fue concebida por el estudio Giorgio Borruso Design, que en 2004 se ganó un premio al mejor diseño de tienda por este trabajo.
Balenciaga es otra precursora en la colaboración con profesionales de renombre y, recientemente, trabajó con Dominique Gonzalez-Foerster y el diseñador de luz Benoit Lalloz. En Seúl, Prada contó con la ayuda de Rem Koolhaas y su Office for Metropolitan Architecture para transformar a un antiguo palacio en tienda de lujo. Ya en 2001 la marca italiana había colaborado con este arquitecto, en la construcción de su tienda de Soho. En la 5ª Avenida de Nueva York, Armani tiene una tienda de Doriana y Massimiliano Fuksas, con quienes trabaja desde hace mucho ya. También Marc Jacobs tiene una relación profesional antigua con Stephan Jaklitsch Architects, Stella MacCartney con APA London Architects, quienes también hacen trabajos para Adidas, y Hermès con Rena Dumas.
En Barcelona encontramos a tres colaboraciones que me gustan particularmente. La H&M de Portal de l’Àngel, que por obra y gracia de un proyecto de Mariscal logró poner el antiguo edificio sed de la Compañía Catalana de Gas en el mapa de moda y design de la ciudad. La tienda de Lurdes Bergada y Syngman Cucala en el Centro Comercial L’Illa, concebida por el estudio de arquitectos y diseñadores de interiores Deardesign. Y la tienda temporal que Santa Eulalia abrió mientras su antiguo edificio se está reconstruyendo. Un proyecto sostenible de Tarruella & López Interioristas que, aparentemente, no tiene nada de efímera.
Esta última tienda es igualmente un buen ejemplo de cómo no apenas la construcción es importante. También los materiales utilizados y lo que se pone dentro pueden hacer la diferencia. Que digan las que ya se han sentado en los banquillos de papel kraft o han podido mirar los bolsos y zapatos de ensueño dispuestos en estanterías hechas con el mismo material. Un lujo para todos los sentidos.
Así se prueba que la colaboración entre arquitectura y moda no se queda sólo en las tiendas. En los últimos años hemos visto también a escaparates e instalaciones en las pasarelas que son verdaderas obras de arte y creatividad.
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