Después de los días primaverales de la semana pasada, la reciente nevada en Barcelona me hizo volver a pensar en bajas temperaturas y me trajo a la memoria los abrigos de invierno. Y entre ellos está la prenda estrella del Otoño/Invierno: la capa de Chloé.
Este must have de la temporada pasada vuelve ahora en una versión más ligera y fresca. Y la marca francesa no ha sido la única recuperando a este item intemporal en sus colecciones Primavera/Verano y Otoño/Invierno 2010/2011 (ver video). También Alexander McQueen, en su presentación póstuma de hoy y mañana en la Semana de la Moda de París, nos trae a las eternas capas (en la foto).
Echando un vistazo a la historia, nos damos cuenta que la capa siempre ha estado presente. Utilizada primeramente por los hombres, esta prenda que se parecía casi con una manta era lo que permitía que su temperatura corporal se mantuviera estable en circunstancias de mucho frío y que les protegía del polvo, de la arena o de las bajas temperaturas nocturnas en zonas de deserto. Con el paso del tiempo la complejidad de su estructura (sin decoración es una de las prendas más fáciles de hacer) ha evolucionado y se han dado muchos nombres a la capa.
Este must have de la temporada pasada vuelve ahora en una versión más ligera y fresca. Y la marca francesa no ha sido la única recuperando a este item intemporal en sus colecciones Primavera/Verano y Otoño/Invierno 2010/2011 (ver video). También Alexander McQueen, en su presentación póstuma de hoy y mañana en la Semana de la Moda de París, nos trae a las eternas capas (en la foto).
Echando un vistazo a la historia, nos damos cuenta que la capa siempre ha estado presente. Utilizada primeramente por los hombres, esta prenda que se parecía casi con una manta era lo que permitía que su temperatura corporal se mantuviera estable en circunstancias de mucho frío y que les protegía del polvo, de la arena o de las bajas temperaturas nocturnas en zonas de deserto. Con el paso del tiempo la complejidad de su estructura (sin decoración es una de las prendas más fáciles de hacer) ha evolucionado y se han dado muchos nombres a la capa.
En los siglos XVI, XVII y XVIII las capas fueron adoptadas también por las mujeres, que las veían más como una prenda funcional y respetable para utilizar fuera de casa que cómo un accesorio de moda. Todavía contaban con un diseño muy insipiente y poca originalidad en la elección de los materiales. Quizás por eso eran una imagen de marca de los hombres y mujeres del clero, de los militares o de las señoras mayores con poco interés por la moda.
Durante el signo XIX las capas largas empezaron a ser vistas como la prenda perfecta para disfrazar embarazos, una práctica tan común en las clases altas de la época. Y en 1861, por ejemplo, en Inglaterra se introdujeron las capas hechas de tejidos más ricos y pesados para hacer frente al invierno riguroso.
Mirando la historia del hombre (o mejor dicho, de la mujer) y la historia de la moda, nos damos cuenta que siempre hemos estado cambiando nuestras mentes con relación a la largura de las ropas. ¿Lo prefiero largo o corto?, parece ser la eterna duda. Las capas no han escapado a estas incertidumbres y en el siglo XIX se han quedado cortas… Y también más entalladas. El corte masculino ha sido gradualmente remplazado por líneas más femeninas y nuevos detalles. A las capas abiertas delante se añadieron cierres o tela extra que tapara los escotes, protegiendo del frío y de las miradas indiscretas.
Durante la Belle Époque las capas eran apenas más un detalle de un conjunto de cosas excesivamente ornamentadas y coloridas, que reflejaban el estado de espíritu de la sociedad. Los libros de etiqueta aconsejaban que las señoras se compraran 2 o 3 modelos de capas para utilizar por la noche. Todas cortas, ¡eso sí! A partir del inicio del siglo pasado, las capas largas ya casi no se utilizaban.
En esta época empezaron también los cruces entre las capas y los abrigos. Las nuevas capas tenían un corte oriental y detalles occidentales, estaban confeccionadas con un nuevo conjunto de tejidos y llevaban detalles en pelo, volantes o cuello alto.
En los años 20, con el comienzo de la Guerra, las capas cortas se han puesto de moda entre las enfermeras, que querían protegerse del frío de los hospitales pero sin perder la libertad de movimientos. Las capas un poco más largas o por la rodilla se han "costumizado" y apareció una nueva versión que se ataba a un lado, casi como los vestidos en forma de sobre de Diane Von Furstenberg. En los años 30 y 40 las capas cortas eran una exclusividad de una elite con buen gusto e invitación garantizada a todas las fiestas; la prenda ideal para utilizar sobre vestidos con las espaldas abiertas. En los 50 aparecían las capas con un diseño muy simple porque se enriquecieron los tejidos con los cuales estaban hechas. En los 60 las capas fueron sustituidas por las estolas, que se utilizaban alredor del cuello para proteger esta área sensible, y en los 70 fueron definitivamente puestas de parte y reemplazadas por los ponchos de croché o en telas rústicas y étnicas. Hasta ahora.
En el pasado Otoño/Invierno han vuelto con fuerza y aún más estilo. Diseñadores como Ralph Lauren han arriesgado con modelos de croché y cuello de cuero y hebillas. Y Chlóe con modelos de color terráqueos en lana gruesa, creando sin saberlo un nuevo fetiche. El golpe de creatividad resultó y esta temporada varias marcas nos proponen que volvamos a sacar a las capas del armario. Incluso Serena van der Woodsen, la joven fashionista que protagoniza la serie americana Gossip Girl no pudo resistirse y, en el primer episodio de la temporada postnavidades, sale de fiesta de capa y stilletos.
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