Cada día llegan hasta nosotras, a través de los distintos medios, imágenes bellas de la moda y de las modelos. Es fácil ver a la mejor cara de la moda y entender por qué vende. Pero no raras veces somos confrontadas con el lado oscuro de esta industria. Y lo más sorprendente, al menos para mí, es que este lado da aún más de que hablar y tiene igualmente la capacidad de generar millones.
En la moda, como en la sociedad, vivimos un momento en que parece que compensa serse un “bad boy” o una “bad girl”. Pero ¿desde cuando hacer lo que es reprochable es valorizado y trae aún más fama y éxito?
Hoy todos los periódicos noticiaban que el chófer que Naomi Campbell había contratado para conducirla durante su reciente pasaje por Nueva York y que la semana pasada se ganó sus 5 minutos de fama por haber denunciado a la modelo por agresión, al final, se retractaba y le pedía perdón públicamente. Sea por haber sufrido presión de sus abogados o por querer realmente reponer la verdad, lo importante es el chófer habló y dijo que esta vez Naomi no era la mala de la historia. ¡Al menos esta vez!
Modelos como Naomi o Kate Moss, idolatradas por sus características únicas y por lo que han aportado al mundo de la moda, no se cortan ni un pelo a la hora de hacer todo lo que de más reprochable existe. E irónicamente el mundo de la moda parece, a cada escándalo, enamorarse más y más de ellas.
En 2007, cuando Kate apareció en todos los medios de comunicación protagonizando un video donde se podía ver claramente como snifaba varias rayas de cocaína y se quedaba totalmente colocada todas las grande marcas de moda cancelaron sus contratos con la modelo. Lo que podía parecer la punición necesaria para que modelos como Kate se dieran cuenta de que más que desfilar o fotografiar su “trabajo” también es ser un “modelo” para muchas adolescentes y mujeres y que, por lo tanto, se deben comportar como tal, al final, se quedó en nada. Las marcas, pasado el escándalo inicial y superado el riesgo de perder clientes por asociarse a alguien cuya imagen gritaba drogadicta, han vuelto a contratar a Kate y actualmente podemos ver a la modelo en diversas publicidades llena de polvos. Pero no de los blancos que le salían por la nariz en dicho video, sino de los compactos con que la maquillan en la decenas de spreads en que aparece.
Por ejemplo, Kate aparece en un anuncio de Bulgari con un collar y pendientes de diamantes de miles de euros, dignos de una lady inglesa, y a nadie le parece raro. Nadie parece acordarse ya de su episodio con la cocaína en el estudio de su ex-novio. Al igual que nadie parece acordarse nunca de que Naomi fue arrestada en 2006 por maltratar a su asistenta y tuvo que prestar servicios a la comunidad o que, un año después, volvió a protagonizar una escena de violencia, esta vez en el aeropuerto de Heathrow donde atacó a dos policías por un problema con sus maletas. La moda parece tener memoria corta mientras la sociedad en general se endurece cada vez más con sus criminosos.
Está claro que todos nos podemos arrepentir, que todos hemos hecho cosas por las cuales hemos tenido que pedir disculpas y que después de dichos episodios crecemos y sinceramente cambiamos de hábitos. Las modelos como Naomi y Kate no son excepción. Lo que, en mi entender, lo cambia todo es la visibilidad que tenemos unos y otros. A la vez que mis acciones me afectan a mi y a media docena de personas que me rodean y que son parte de mi vida, las acciones de las grande modelos tienen repercusiones inimaginables e influencian a mucha gente.
No defiendo que no les sea dada una segunda, tercera, cuarta oportunidad, sino que la sociedad en general y la industria no debe cerrar los ojos a lo que es criticable. Callándose es como si estuviera consintiendo. Y lleva a que las modelos de belleza sigan no personificando modelos de comportamiento. Luego con que legitimidad criticamos al vecino del piso al lado por llegar a casa borracho, pegándose contra todas las paredes y despertándonos a mitad de la noche si, al mismo tiempo, idolatramos a alguien que tiene comportamientos semejantes o peores.
La moda es una moneda con dos caras. Por detrás del glamour ni todo es bello. Cuando las luces se apagan, hay tristeza, insatisfacciones, vicios que son llevados al extremo y que se intentan camuflar como siendo una extravagancia de divas que lo tienen todo o un escape de alguien que tiene constantemente la mirada del mundo puesta en si. Las razones para sus comportamientos transgresores son múltiplas y van de la mano de las cantidades inmensas de dinero que esta industria genera, que nosotras ayudamos a que genere.
Quizás lo más fácil sea realmente no darle más vueltas, cerrar los ojos, olvidarnos de la cara podrida de la moda y quedarnos con la otra...
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